Los docentes somos profesionales de la educación, o sea, nos
ganamos la vida a través de nuestra labor educativa y por lo tanto, al ser trabajadores
remunerados, tenemos unas obligaciones y unos derechos como tales. Por ello
existen los sindicatos de la enseñanza, varios y de diferentes inclinaciones
ideológicas, para que cada docente pueda sentirse representado por aquel con el
que sienta mayor identificación.
Así pues, como en
el resto de profesiones, los sindicatos, que defienden los intereses de los
trabajadores. tienen un matiz político, que define sus prioridades a la hora de
impulsar las mejores laborales que necesita el colectivo.
Cuando veo una
manifestación de la marea blanca, o de la reciente presión que están ejerciendo
los estibadores portuarios del país, enseguida quedan claras las
reivindicaciones laborales que afectan al colectivo de trabajadores. Vamos a centrarnos
en la que más similitudes tiene con el ramo educativo, la sanidad. Es cierto, que al tratarse de unos servicios públicos, las mejoras que solicitan los
profesionales del ramo afectan positivamente al resto de la población con la
que intervienen. Así, si los médicos solicitan que no se supriman camas de un
hospital, que no se cierren quirófanos, que no se aumente el número de
cartillas por facultativo de un centro de salud, repercute en la calidad del
sistema sanitario, pero también en la oferta pública de empleo para licenciados
en medicina y enfermería, junto al resto de personal. En todas ellas hay
matices laborales, desde el reconocimiento del determinados pluses, como el de
exclusividad, al mantenimiento de condiciones laborales que se pueden perder por
la precarización de los puestos de trabajo con la excusa de la crisis.
En el sector
educativo, esto queda muy difuminado. Entre las reivindicaciones que se plantean en
las últimas movilizaciones sindicales, no están ni de cerca, la solicitud de
mejoras laborales para los profesionales que debemos ser representados. Más
bien se trata de reivindicaciones políticas, que me parecen muy legítimas, comulgo con muchas de ellas, bueno con todas, pero creo que dichas protestas y propuestas no
deben ir dirigidas por los sindicatos, sino por los partidos políticos en sus
programas electorales. Si yo quiero manifestarme en contra de la ley educativa,
entiendo que debo hacerlo con mi voto, en las urnas y en el día de las
elecciones. También por supuesto en las movilizaciones ciudadanas que se
planteen desde el activismo social con el que me sienta identificado, pero no por una huelga si no tiene carácter de Huelga General. Estamos desvirtuando el carácter laboral de esta medida de presión. La
política también puede hacerse desde la calle. Pero entiendo que los sindicatos
deben tener como principal función la representación de los trabajadores y la
defensa de sus derechos, y dejar esta función a la movilización ciudadana. Se pueden plantear movilizaciones masivas, sin necesidad de convocar huelga sectorial, y más, cuando hace años que no se ha convocado ninguna para mejorar las condiciones laborales del sector. Los docentes, como la mayoría de los funcionarios,
tenemos prácticamente congelado nuestro sueldo desde no recuerdo cuanto tiempo
hace, echo de menos que mis representantes denuncien esta situación, Si se
vende la mejora económica por parte del gobierno, es hora de recuperar parte del poder adquisitivo
perdido, y sin embargo, parece que no es un tema importante para los dirigentes
sindicales. No me extraña que mucho de ellos/ellas, tras pasar por el
sindicato, acaben con una función política en el partido asociado a la organización sindical donde han realizado su labor.
Recuerdo que hace
ya muchos años, un compañero itinerante, tuvo un accidente con el coche
realizando su itinerancia laboral. El fondo de reparaciones se había acabado, y
desde la Administración, se le propuso un cambio de puesto, a mitad de curso,
para poder compensarle el arreglo del coche. El compañero se negó, nosotros
desde ese momento dejamos de poner el coche al servicio de la Administración,
puesto que se nos dijo que lo hacíamos por voluntad propia. La respuesta de los
sindicatos en aquel momento, corría el año 1994, fue la de ponernos trabas y
apoyar al servicio provincial, aunque nos reconocían que nuestra reivindicación
era justa, pero, que no era el momento político de presionar. Yo no podía creer
lo que estaba oyendo. No nos sometimos a las presiones y mantuvimos el paro
técnico, nos negábamos a poner nuestro coche, aunque acudíamos al centro de
trabajo, durante dos meses. Ya digo, que los sindicatos, no solo no nos apoyaron
sino que iban intentando crear disensiones en el grupo de trabajadores.
Curiosamente, esos responsables sindicales, acabaron en un puesto político en
años posteriores. Conseguimos, con nuestro esfuerzo, que a partir del curso
siguiente se compensase a los maestros/as itinerantes con horas de reducción
equivalentes a los kilómetros de desplazamiento realizados. Pero desde luego no fue por las movilizaciones planteadas por las organizaciones sindicales, por ninguna de ellas.
Me parece
fenomenal que desde los sindicatos se busque una sociedad mejor a través de la
movilización social, pero espero también que se priorice la defensa de mis
condiciones laborales como trabajador que soy, puesto que a veces nosotros/as
mismos, ponemos por delante nuestra función social de docentes sobre nuestra
condición de trabajadores.
No podemos
desenfocar nuestro objetivos y en estos tiempos, los sindicatos, menos que
nadie.
IMAGEN ALBA LAMUELA
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